martes, 17 de agosto de 2010

SAN MARTÍN, A 160 AÑOS DE SU MUERTE

Cuando San Martín muere en 1850 en Francia su recuerdo en la Confederación Argentina era más que turbio. Lejos de la armoniosa imagen que la Historia Oficial nos ha vendido del abuelo retirado de la vida política, el General mantenía una fuerte correspondencia con Juan Manuel de Rosas, Parlamentarios ingleses y franceses y la prensa europea en pleno bloqueo al Río dela Plata. A su inicio, San Martín le ofreció al Restaurador sus servicios militares que este rehusó en contemplación de su estado de salud, otorgándole el cargo de Ministro Plenipotenciario ante Perú.

En 1844, lega su Sable corvo a Rosas "como una prueba de satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tratan de humillarla".En su última carta le dirá: "como argentino me llena de un verdadero orgullo ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuestra querida patria; y todos estos progresos, efectuados en medio de circunstancias tan difíciles, en que pocos Estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados, yo felicito á usted muy sinceramente, como igualmente á toda la Confederación Argentina. Que goce usted de salud completa, y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino". No sin haberle recordado antes que:"Lo que no puedo concebir, es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de la dominación española; una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer".


La facción unitaria, salvando a Juan Bautista Alberdi, representaba ese "indigno espíritu departido", con Florencio Varela paseándose por las cortes europeas para convencerlos de intensificar el bloqueo y destinar fondos para separar Entre Ríos y Corrientes, con Sarmiento intrigando para que Chile invada la Patagonia (plan que resultó pésimo ya que al Presidente del país hermano le dio tanto asco la propuesta que le remitió a Rosas la misma carta de Sarmiento), con Mitre componiendo himnos a la toma de Martín García y costeando a un mercenario italiano como lo fue Garibaldi para que se dedique a saquear pueblos litoraleños y violar mujeres...

Cuando llega la noticia de la muerte de San Martín a Buenos Aires, Valentín Alsina no supo más que expresar: "Ha hecho un gran daño a nuestra causa con sus prevenciones, casiagrestes y serviles, contra el extranjero, copiando el estilo y fraseología de Rosas (...). Era de los que en la causa de América no ven más que la independencia del extranjero, sin importársele nada de la libertad y sus consecuencias (...) Nos ha dañado mucho fortificando allá y aquí la causa de Rosas, con sus opiniones y consu nombre; y todavía lega a un Rosas, tan luego, su, espada. Esto aturde, humilla e indigna y... Pero mejor es no hablar de esto".

El rencor de los unitarios hacía San Martín se inicia en 1812, cuando la impopularidad del Primer Triunvirato y su secretario Rivadavia, y su incapacidad de sostener el proceso independentista, son tales que el General termina por movilizar el Regimiento de Granaderos a la Plaza de la Victoria y dar un golpe militar. Rivadavia jamás se lo perdonó. En 1820, el unitarismo hecho con el control del Directorio no le perdonará que desobedezca la orden de abandonar la campaña libertadora en Perú para venir a defender Buenos Aires de las montoneras de Entre Ríos y Santa Fe. La Historia liberal negará que la renuncia en Guayaquil de continuar la campaña libertadora junto a Bolívar se debió principalmente a la negativa de Rivadavia a brindar algún apoyo militar o económico.

Cuando regresa fugazmente a Buenos Aires para despedir a su mujer ya fallecida y exiliarse con su hija, una orden de captura pesaba sobre él, mientras la prensa unitaria lo trataba de bandido, conspirador y aliado de la chusma (lease:gauchos, campesinos y orilleros)... Belgrano sufrió ataques similares hasta su muerte y también Güemes, que contenía a los realistas en el Norte, era un delincuente zaparrastroso que debía ser pasado por las armas.

San Martín vuelve únicamente en 1829, feliz de saber que su antiguo granadero, el Coronel Manuel Dorrego había asumido el gobierno e iniciado un régimen que salvaría cuantiosas deudas sociales y morales del período rivadaviano. Llega a Buenos Aires dos meses después de su fusilamiento, por otro de sus hombres, Juan Lavalle. No desembarca. El asesinato de Dorrego había regresado las guerras intestinas y Lavalle le propone hacerse cargo del Gobierno de Buenos Aires, para escándalo de quienes lo convencieron de tomar el poder en "cartas que deben quemarse", como le recomendó Varela. San Martín se niega y regresa definitivamente a Europa.

La Historia Oficial de los vencedores de Caseros ocultó muy bien estos detalles. Sarmiento expresaba que "la expatriación de San Martín fue una expiación (...) Pesan sobre él ejecuciones clandestinas. Dejemos de ser panegristas de cuanta maldad se ha cometido. San Martín, castigado por la opinión, expulsado para siempre de América, olvidado por veinte años, es una digna y útil lección"... Sí, Sarmiento. El mismo que a Avellaneda le dirá ya en 1865: "Necesito y espero de su bondad me procure una colección de tratados argentinos, hecha en tiempos de Rosas, en que están los tratados federales, que los unitarios han suprimido después con aquella habilidad con que sabemos rehacer la historia". Por esta época, se empezaba a forjar el Estado-Educador, con textos nacionalistas y próceres de bronce y pluma, tan alejados de las pasiones humanas que inspiran poco entusiasmo a sentirse iguales, a ser capaces de sostener los mismos sueños y mantenerse sin ninguna flaqueza. Esta Historia que sólo sirve para adornar plazas y museos es lo que crea un sentimiento derrotista en el Pueblo. Mientras esta Historia era civilizadora, el Paraguay y el Litoral eran masacrados por ordenes de Inglaterra, y en La Rioja y Catamarca caían los últimos soldados de la unión latinoamericana.

Los días que siguieron a los vividos por San Martín continuaron suépoca de conflictos, y corroboraron la necesidad de sus enemigos de tener que forjarnos un país que es mentira.

En 1950, el Presidente Perón expresaba: "no necesita San Martín charlatanes que lo defiendan; necesita historiadores que sepan desentrañar la verdad y presentarla a los argentinos, esa verdad que es la grandeza de San Martín". Por eso el General Perón se preocupó con tanta sinceridad de su legado, de reformar los acartonados sistemas de enseñanza, y de ese gran sueño que fue la Unión Latinoamericana, devolviendo los cañones y las banderas robados al Paraguay por la guerra fraticida y cipaya de Mitre.

El Revisionismo histórico, con Fermín Chávez y José María Rosa –entre otros– ha dado múltiples frutos a este intento por devolvernos parte de la historia popular censurada y calumniada por la oligarquía fundante. Desde esta nueva voz tenemos a un hombre como San Martín que nos hace sentir capaces de ser parte de una misma lucha, y sabemos que existe una mentira, la mentira de los vencedores, de los grandes grupos económicos de ayer y hoy y de los vendepatriasde siempre. Entender esto, es rescatar a San Martín como un contemporáneo, retomar sus banderas porque su Patria Grande y la de Bolívar, Rosas y Perón aún es una deuda pendiente, y también una de las bases para construir la Liberación Nacional y la Justicia Social en los países hermanos de Latinoamérica.

 JP DESCAMISADOS EN EL MPR

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