lunes, 12 de octubre de 2009

Ley de medios, una realidad


Por Augusto Taglioni

Las primeras palabras que se me aparecen cuando me preguntan por qué apoyo esta de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual son: Lucha gremial- debido a la promoción que el texto establece en relación a los contenidos de las programaciones con un predominio local, multiplicidad de voces- a raíz de la distribución equitativa del espectro radioeléctrico, fortalecimiento democrático- por el echo de derogar un decreto ley de la dictadura cívico-militar, avance cultural- y distribución y recuperación de la palabra. De todas formas, todos engloban un único término: INCLUSIÓN


Inclusión entendido desde la participación de diversos actores en la elaboración de una herramienta de construcción de conciencia como lo es la comunicación, hoy en manos de cuatro grupos económicos (Grupo Uno- Manzano, Vila y De Narváez, Grupo Clarín- Noble y Magneto, Grupo Prisa y Telefónica) que de la mano del genocidio político y económico padecido por nuestro país durante años de dictadura y profundizado en tiempos democráticos, lograron instaurar en connivencia con el poder dominante un discurso único acorde al postulado de un mundo sin ideologías. Allí los pueblos, protagonistas de la resistencia al neoliberalismo en todo el continente americano, quedaron invicivilizados dentro de un mundo desmovilizado, desinformado, temeroso y pasivo. Es decir, aquellos receptores de ese discurso único se convirtieron en meros espectadores de lo que alrededor se derrumbaba, atónitos consumidores de los productos ofrecidos por el mercado.

La situación actual es diferente, aquella lucha al modelo neoliberal dio resultados a través de gobiernos populares que plantean iniciativas en beneficio del conjunto del pueblo. La ley de medios es una de ellas.

La concentración de medios fue la principal herramienta político-cultural del neoliberalismo que permitió ingresar al “negocio de la comunicación” a capitales extranjeros dando lugar a practicas monopolicas y oligopolicas que reproducían un único e inobjetable discurso de poder. Mientras el mundo se derrumbaba, el emisor era esclavo de una realidad paralela transmitida según los intereses de los empresarios.

Cuando en el 2004 se crea la Coalición por una ley de radiodifusión democrática, pocos confiaban en tener una ley que distribuya equitativamente el espacio radioeléctrico. Cabe destacar que la lucha de los medios alternativos comenzó mucho antes, cuando a principios de los 90’ los barrios, las iglesias y las organizaciones sociales movilizados ante la necesidad de construir otra comunicación, se organizaron en radios barriales de poco alcance, pero abordando las necesidades de la gente.

Luego- como mencionamos anteriormente- todas estas iniciativas se nuclean en la coalición con el objetivo de exigirle al gobierno nacional una nueva ley de radiodifusión democrática. Después de 26 años de lucha y 5 de militancia organizada, los frutos de todos los que anhelaban una nueva ley fueron plasmados. La ley ya es ley.

Que cambia con la nueva ley

La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual establece la distribución del espectro radioeléctrico del 33 por ciento para medios privados, públicos y sin fines de lucro. A su vez, plantea severos límites a la concentración tales como el tope del 35 por ciento a nivel nacional de la cantidad de cable operadores y el mínimo de 24 de licencias nacionales que desconcentran las 264 que hoy están en poder de Grupo Clarín y las mas de 90 en manos de Grupo Uno.
La ley 26522 estipula que el 60 porciento de los contenidos de radio y tevé sean a través de las producciones locales, una fuente de trabajo genuina para periodistas, locutores y operadores de radios tanto de Capital Federal como por sobre todas las cosas del interior del país- cuna de repetidoras de señales porteñas-.
El espíritu de la nueva ley- además de estar inspirada en los 21 puntos de la Coalición por una ley de radiodifusión democrática- plantea la construcción de una Sociedad del conocimiento, concepto que viene a reemplazar la Sociedad de la información- elemento meramente tecnológico que funciona como herramienta poderosísima sea para distraer a los pueblos o – como apunta la ley - para su realización como sociedad.
En ese sentido, el objetivo de la ley (el objetivo de todos los que militamos, trabajamos y participamos en la comunicación y la consideramos un arma que debe estar en manos de los sectores populares o en tal caso, a disposición de los mismos) es que el pueblo no sea solo un consumidor de bienes culturales elaborados desde una visión individualista y del consumo- “la macdonalizacion” de la sociedad- sino que rescate saberes ancestrales cuyo eje articulador sea el espíritu solidario, el respeto al ecosistema, la integración, el respeto de género, la protección de los derechos de los niños y niñas y la realización personal y comunitaria de los pueblos.
Para esa construcción es necesario utilizar la tecnología de la convergencia (Convergencia Tecnológica) , pero no en término de la Unión Internacional de Telecomunicaciones que entiende la radiodifusión como unidireccional y dirigida al publico en general, sino en términos de servicios de comunicación que transmita identidades, valores, verdades, entretenimientos de manera que los ciudadanos además de consumir bienes culturales puedan producirlos.
Para ser claro, es INCLUIR a los pueblos en el avance tecnológico que se viene, en la convergencia tecnológica en donde, para que esto suceda, es necesario redefinir los conceptos de radiodifusión del mundo analógico y llevarlos al mundo convergente digital, ya no regidos por los acuerdos del libre mercado, concertados y discutidos en la Organización Mundial del Comercio (OMC) sino regulado por el estado.
¿Qué viene después?

La voluntad política es importante, pero no alcanza. Nosotros tenemos que dar el debate porque la lucha mas fuerte será la de la batalla de las ideas, la batalla cultural que propone esta ley, en pos de los avances tecnológicos que deriven en como decíamos al principio, en la INCLUSIÓN en esta nueva sociedad del conocimiento en donde los pueblos con el apoyo del estado y de las organizaciones sociales construyan una verdadera COMUNICACION PARTICIPATIVA, como elemento principal para la construcción de conciencia que libere al pueblo de los discursos dominante y que a través de la multiplicidad de voces y la participación (que no quiere decir que todos sean comunicadores) de lugar a un paso mucho mayor y es el que todos aspiramos que es la construcción de poder popular.

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