viernes, 5 de febrero de 2010

Algunas preguntas, algunas respuestas

Por Augusto Taglioni


Muchas veces me preguntan qué es lo que me acerca al gobierno nacional, y para no robarle una excelente respuesta a Jorge Rivas y decir sus enemigos, me conformo con responder con una pregunta y propongo que pensemos de donde venimos, donde estamos y hacia donde queremos ir.

Aquellos detractores del gobierno nacional repiten como loros los títulos de TN, las investigaciones de Perfil, las tapas de Clarín y las editoriales de La Nación, en donde se descalifica religiosamente desde las políticas llevadas adelante- ya sean revolucionarias o conciliadoras- hasta los infortunios, los chistes, los modos o las miradas de la presidenta o allegados.

Hoy, y por mas que muchos lo nieguen, estamos en presencia de una restauración conservadora que tiene como principal objetivo la renuncia de la presidenta y la toma del poder antes de las elecciones. Paradójicamente, los ejecutores de la conspiración- que tienen nombre y apellido- son los que se llenan la boca hablando de consenso, unidad y paz social. Los mismos que inventan héroes efímeros (Cobos, Redrado) y que construyen escenarios catastróficos montando un especie de ring imaginario de cien porciento lucha en donde entre los malos aparecen Guillermo Moreno, Julio De Vido y Néstor y Cristina Kirchner, entre otros.

Lo más triste es que muchos de los que utilizan estas metodologías como forma de construcción política, no son únicamente aquellos que sin duda pondríamos en el lugar del enemigo. No están en el grupo de los cipayos vende patria, sino que una parte importante son hombres y mujeres de la intelectualidad, algunos de ellos luchadores sociales, son compañeros de lucha que alguna vez tuvimos una mirada común de la realidad.

Después de vivir la fiesta de los noventa, ¿Podemos decir que este gobierno es el más corrupto de la historia? A entender de quien escribe no, por el simple hecho que en siete años de proceso Kirchnerista podemos decir que hemos avanzado en relación al pozo donde estábamos sumergidos, con una pobreza que alcanzaba niveles extraordinarios y con un pueblo que se encontraba desocupado, engañado y manoseado.

Los organismos de Derechos Humanos vieron en el gobierno de Kirchner la brisa que permitió terminar con la impunidad silenciada desde el retorno de la democracia, en donde la obediencia debida no podía seguir significando un perdón de ningún tipo. Los jubilados quienes el gobierno de Fernando De la Rúa a través de su ministra de trabajo y actual defensora de consensos y unidades republicanas, Patricia Bulrrich les descontó el 13 porciento de sus haberes como también a los empleados estatales, y con este gobierno se encontraron con seis aumentos seguidos y con la recuperación de los fondos que antes circulaban por el sistema financiero para llenar las arcas de los grandes capitales, y hoy están en manos del estado.

No nos olvidemos de aquellos medios que hoy atacan pero que antes optaban por ser aduladores de gobiernos que no les tocaban sus intereses, que titulaban decorosamente para no molestar a quien le perdonara sus deudas en plena devaluación y mostraban lo bueno que era ser argentino y del primer mundo. O aquellos que retenían los partidos de los domingos con un excedentes de mil millones de pesos anuales y que hoy es posible para 15 millones de argentinos disfrutar de un deporte masivo y popular. O acaso esa recuperación vanalizada injustamente no es una forma de apropiarse de eso que llamamos lo público. Como lo hicieron las fábricas recuperadas que se generaron después de la crisis del 2001 y se consolidaron desde el 2003 con el Movimiento de Fábricas Recuperadas. O acaso es un pecado que un prestigioso periodista como Orlando Barone defienda lo que denostan los Morales Solá, los Ruiz Guiñasu, los Bonelli o los Tenembaun. O aquellos que se horrorizan porque la presidente hace chistes aludiendo que es vergonzoso que una jefa de estado lo haga o que la califican de autoritaria y alejada del diálogo cuando sale a responder a aquellos que con absoluta libertad agravian. Esos mismos que no se inmutaron al almorzar con Astiz y Massera.

En muchos análisis de coyuntura estipulamos que el 2010 será un año cargado de conflictos, conspiraciones e intentos destituyentes que no nos puede encontrar en otro lugar que no sea defendiendo la soberanía de nuestra patria.

Seguramente entraremos en un momento histórico de nuestro país, que indefectiblemente nos debiera encontrar convencidos de lo que defendemos, entendiendo que no hay alternativa revolucionaria esperando el 2011, que tenemos a Macri hablando de terminar con “gastos tontos” como inversión en obra publica, estatizaciones, subsidios a cooperativas o programas sociales para empezar a ajustar salarios, en salud, en educación, tal como hace en Capital Federal donde nadie se escandaliza ni comenta en cafés por haberlo leído en algún diario. Como tampoco critican a dirigentes que se fueron derechizando con el tiempo y mandan cartas a embajadas extranjeras o a ex presidentes que compran pintorescos colectivos y a la vez pide la vuelta del Ejército a las calles.

Todos ellos no quieren conflicto porque no quieren cambios, porque nunca añoraron una asignación por hijo como si lo hizo el Frenapo y muchas organizaciones revolucionarias, no quieren patrimonio nacional ni políticas mercadointernistas, no les gustan las estatizaciones porque generan perdidas al mercado, no quieren otras voces dando noticias ni pretenden políticas de desmonopolización, tampoco quieren sectores concentrados de poder caceroleando porque les tocan intereses ni quieren paritarias ni convenios colectivos de trabajo y mucho menos quieren juicios a represores.

Este no intenta ser un artículo cargado de datos- ya hemos escrito varios- ni tampoco repetir constantemente un resumen que explique el porqué de defender a un gobierno popular, con contradicciones y altibajos seguro, pero que merece ser defendido. Simplemente se pretende lograr una reflexión de aquellos compañeros que vacilan y destruyen lo que ellos mismos ayudaron a construir con sangre y lucha organizada. Porque en el futuro, esperemos que mas unidos que dominados emprenderemos esa ardua lucha por la liberación siempre y cuando las divisiones no de hagan de la militancia organizada una mera atomización.

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