jueves, 24 de diciembre de 2009

Reflexiones sobre el año que se va y acciones de cara a lo que viene

Por Augusto Taglioni

Estamos finalizando un año positivo en término de iniciativa política, marcado por un gobierno en avance que supo contrarrestar las limitaciones de la construcción de poder dentro del frente nacional. Luego de la derrota electoral del 28 de junio el kirchnerismo se compuso pese a los vaticinios de algunos que especulaban con un entreguismo de poder al establishment. Contrariamente a lo previsto, se promulgó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual destinada a democratizar la palabra y desconcentrar el poder monopólico de los grupos económicos que ejercen la comunicación como un negocio. A su vez, la Presidente se hizo eco de una bandera enarbolada por los sectores progresistas desde la creación del Frenapo en el año 2001-que llamativamente no militaron ni defendieron en la actualidad- relacionada con la Asignación Universal para los hijos de familias desocupadas. Se trata de un beneficio de 180 pesos para chicos y chicas menores de 18 años con el requisito de que estén realizando sus estudios. Esta política de estado apunta directamente a la pobreza dejando como saldo una clara disminución de los niveles de pobreza e indigencia.
De todas formas el intento desestabilizador de los grupos económicos se mantiene a la orden del día, incluso con diferencias internas. Por un lado, aparecen quienes creen que el ciclo Kirchnerista está acabado y que puede haber una salida electoral. El empresario dueño de América 24, Francisco De Narváez y el Vicepresidente Julio Cobos, manejan la posibilidad de dirimir tanto en la elección provincial como nacional en un balotagge con el gobierno. Por su parte, los sojeros nucleados en la mesa de enlace, representados por el ex presidente y vice de Menem, Eduardo Duahlde y manijeado por los medios masivos de comunicación insisten con mostrar un gobierno desgastado, una sociedad convulsionada, molesta e indignada frente a los hechos de inseguridad planteando un escenario dudoso para lo que viene. Lo extraño es que ese desgaste trae aparejado un posible crecimiento económico al 8 porciento, profundización de políticas de estado en favor de las mayorías populares, recomposición de un millón de puestos de trabajo y una clara postura frente a los intentos de injerencia en materia económica por parte de los Estados Unidos. Evidentemente, el modelo de país que proponen estos sectores está lejos de plantear crecimiento sostenido, 6 porciento de PBI para la educación, ley de medios, política económica soberana e independiente, unidad regional, asignación por hijo o creación de industrias para fortalecer el mercado interno. La ola destituyente pretende instalar una restauración conservadora sostenido por un establishment representado por Duahlde, Cobos, Macri, Carrió y De Narváez, sostenido por la Unión Industrial Argentina, la AEA, “los gordos” de la CGT anti Kirchner y la mesa sojera con su modelo agro exportador, dólar alto e inflación.

El 2010 nos espera con un escenario donde la puja entre estos modelos se hará más visible. El conflicto entre el gobierno y los grupos económicos se profundizará y con ello el papel de los medios de comunicación y el impacto que eso produce en la sociedad. Parte de ella, miembro de un tilingaje que repudia la cartera de la presidenta sin entender la importancia de la ley de medios o la asignación por hijo, dos derechos escondidos y violados durante el neoliberalismo.

Hace algunos días recordamos los sucesos del 19 y 20 de diciembre y con ello nos plateábamos el interrogante de cuál es el legado que dejaron los compañeros caídos, las asambleas populares y las barriadas. Los tres conceptos se articulan en una misma idea, la militancia organizada. La organización popular como forma de transformación social. Desde el 2003 recuperamos la política como forma de cambio donde si bien la militancia recuperó la iniciativa con este proceso, no dejo de tener un rol auxiliar y secundario en las políticas de estado que reivindicamos. Por eso debemos ser un actor político activo, con mucha presencia en las calles, realizando políticas de acción, capitalizando y profundizando los logros de este proceso que nos permite avanzar para poder seguir cambiando la historia. Sin techos ni seguidísimos, porque como peronistas revolucionaros nuestro principal objetivo es la liberación de la patria.

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